Tontos me parecen los hombres con sus listas excluyentes de preferencias sexuales, que califican y descalifican a las mujeres, como si fuéramos ejemplares de feria.
Dan risa los parámetros que fijan como condiciones para llevarnos a la cama.
Deberían dejar de ser tan taimados y entender que somos una mezcla deliciosa de todo aquello que quieren extraditar de sus sábanas y que la mujer con la que sueñan solo habita en su macho cerebro. Niños, acepten que ustedes no son selectivos y que rechazan en público lo que disfrutan en privado.
Nosotras, en cambio, sí tenemos muy claro a quiénes desterramos del mueble de dormir. Pues, como ellos lo hacen, aquí va una muestra.
Los tacaños, esos seres más amarrados que bolígrafo de banco, que son capaces de pedir que cenemos antes de una cita o de terminar ya, para no pagar una hora más en un motel,Hay que pagarles hasta los condones y que piensan que su mejor aporte es pedirnos un taxi, son simplemente anafrodisiacos. No es el pobre, es el tenido. Chao.
El papacito, sí,el que le gusta quitarse todo el vello del cuerpo ese irresistible que se las sabe todas, el que vuela más que el viento, que solo habla de él, de sus hazañas y sus conquistas. Ese Superman es un asco.
El que nos hace el favor, ese que cree que le debemos eterna gratitud por permitirnos verlo en calzoncillos, es un tipo para evadir hasta en la isla más desierta.
El machote, esa criatura que se cree ensopada en testosterona, que nos ve como un artículo de uso diario y que a la postre es un fiasco, hay que descartarlo sin desempacar.
El de la agenda llena, ese al que siempre se le cruza un asunto de 'suma importancia' y que considera que un rato en la cama es una cita más que se puede cancelar, es un tipo que se elimina solo. Bye.
El bocón, ese hablador que divulga todo lo que hace y no hace. Protagonista al detalle de sus propias historias, que no deja de contar ni una noble invocación a Onán y que en sus relatos quedamos como una suela. Con él, ni a tomar un café.
El egoísta, ese que solo piensa en él, que todo lo impone. A él hay que cerrarle la puerta antes de que se anuncie.
Sepan, señores, que en la almohada podemos aceptar impotentes, precoces, veloces, lentos, de talla corta y hasta con mal aliento, porque, como humanos, no los esperamos perfectos; pero no PATANES NI MANTENIDOS o con algo de lo dicho arriba. Preferible el voto de castidad. Hasta luego